Historia de la OFDP
En 1990 un grupo de educadores puertorriqueños fundó la Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento. Al cabo de los mismos la OFDP se ha convertido en una prestigiosa organización con un consejo internacional, sedes en 5 países y 20 capítulos regionales, que fundamentada en una filosofía en enfoques educativos humanistas críticos y emancipadores, lleva a cabo proyectos de investigación, programas académicos mediante convenios con universidades, contratos de servicios educativos, encuentros regionales, nacionales e internacionales de educación y pensamiento, y la publicación de una revista profesional y de diversos libros. Ejerce con todo ello una importante influencia en los esfuerzos de reforma e innovación educativa en los países en que está ubicada. Esta es su historia.
El contexto histórico del surgir de la OFDP
La OFDP surgió como expresión de un momento histórico. En la segunda mitad de los 80’ Puerto Rico vive importantes cambios económicos, sociales, culturales y políticos que hacen evidente la crisis del sistema imperante desde su modernización luego de la Segunda Guerra Mundial. El modelo económico basado en la mano de obra barata y las exenciones contributivas a empresas norteamericanas se derrumba ante la competencia de las economías emergentes y los tratados de libre comercio y el imperio de políticas neoliberales en los Estados Unidos. El desempleo, la marginación social, la pobreza y el consecuente desarrollo de la economía informal y de la droga y el crimen agravan los persistentes problemas sociales. Estilos de vida, costumbres, patrones de comportamiento, valores éticos y cívicos se trastocan. Para colmo, el movimiento social de la década anterior se ha debilitado y, con ello, la influencia política de los sectores progresistas y de izquierda.
En ese contexto, el Partido Popular Democrático (autonomista), que desde casi dos décadas se turnaba en el gobierno con su rival, el Partido Nuevo Progresista (anexionista), logra prevalecer en las elecciones de 1984 y de nuevo en 1988, con un discurso que se comprometía a devolver el país a sus mejores momentos de desarrollo. Una de sus prioridades para impulsar ese desarrollo habría de ser la reforma de la educación a todos sus niveles. Lo cual venía a coincidir con la que ésta recibía en los Estados Unidos y que proporcionaría a nuestra Isla grandes sumas de fondos para mejorar la educación.
A pesar de ser un severo crítico de las políticas del Departamento de Educación, el Dr. Ángel R. Villarini Jusino fue reclutado, gracias a personas que había sido sus estudiantes doctorales, como principal asesor educativo del proceso de reforma educativa que habría de emprenderse. En el libro Principios para Integración del Currículo (1987), que, luego de un proceso de estudio y consulta con cientos de escuelas en Puerto Rico, le correspondió redactar se señalaba la idea central que animará la fundación de la OFDP:
“El presente Documento formula y analiza los principios filosóficos educativos que guían los trabajos de integración y revisión del currículo de los diversos programas del Departamento de Instrucción Pública. Estos principios son una formulación conceptual y sistemática que recoge y desarrolla diversos esfuerzos que desde hace varios años se llevan a cabo para mejorar la calidad de la enseñanza que ofrece la escuela puertorriqueña. Son también una expresión de anhelos, ideas y prácticas del magisterio puertorriqueño y de las necesidades e intereses de nuestros estudiantes.
El propósito fundamental del Documento es servir de base al proceso de revisión de los ofrecimientos académicos del Departamento de Instrucción Pública. Esta revisión llevará a una integración del currículo y a una transformación de la enseñanza. A partir de este Documento, se dará paso a la revisión de los objetivos generales y específicos de los cursos y al diseño de nuevas experiencias educativas. Sobre todo, se iniciarán cambios en la manera o marco conceptual, desde el cual el maestro y el estudiante conciben el proceso de enseñanza y aprendizaje de una materia.
El Documento presenta un marco filosófico para los diseñadores de currículo, al personal de supervisión y a los maestros, a partir de los cuales éstos debían formular objetivos educativos comunes y organizar y evaluar la práctica de la enseñanza. Será tarea del personal mencionado servirse de estos principios y traducirlos en experiencias concretas de enseñanza y aprendizaje en la sala de clases. La teoría que este Documento proporciona es sólo una guía para entender lo que ocurre en el salón de clases, para evaluar y criticar lo que hacemos y para tener una orientación, sobre la dirección en qué debemos cambiar para mejorar la calidad de la educación.
El Documento establecía tres principios educativos y una estrategia general de enseñanza para orientar la revisión de los ofrecimientos académicos del Departamento de Instrucción Pública, que serían asumidos por la ÒFDP. El currículo debe ser una experiencia educativa integrada organizada estratégicamente en torno a los mismos:
1ro. La educación será pertinente a las necesidades e intereses de los estudiantes en la medida en que sea una continuación y una reconstrucción de su experiencia.
2do. La educación estará dirigida, sobre todo, al desarrollo intelectual del estudiante, de sus destrezas de pensamiento y el pensamiento crítico como motor de su desarrollo.
3er. Se otorgará prioridad a la educación moral del estudiante a través del desarrollo de su conciencia moral y ética y de los valores de dignidad y solidaridad.
La estrategia general de enseñanza para el logro de todo lo anterior redefine el proceso como uno en el cual el estudiante se apropia del contenido académico, con la mediatización del maestro, construyendo conocimiento a partir de sus necesidades, intereses, experiencia y capacidades y aplicándolo a la solución de problemas y toma de decisiones.
Uno de los logros fundamentales del proceso en el Departamento de Educación, fue su carácter democrático y participativo. Tradicionalmente el maestro no ha participado en la formulación de la filosofía educativa que orienta- al sistema de educación. Ha estado acostumbrado -a ser el recipiente de un currículo ya elaborado, carente de filosofía o cuya filosofía desconoce. La falta de participación en la formulación de la filosofía educativa que sirve de base al currículo, es uno de los factores que más contribuye a que se encierre en las materias que enseña y descuide la formación general intelectual, moral e integral del estudiante. Lleva también a olvidar qué la teoría educativa es una elaboración, una generalización, a partir de la práctica, del examen y la experimentación. El Documento señalaba al respecto:
Al elevarse a la teoría, la práctica se libera de la estrechez, del particularismo y el subjetivismo en que puede estar inmiscuida. Con la teoría la práctica se entiende mejor a sí misma, se critica, mejora y perfecciona, porque recoge lo mejor de la práctica y experiencia acumulada por educadores en diferentes épocas y culturas. Gracias a la teoría, el maestro puede descubrir en un par de semanas lo que por sí solo le tomaría años de práctica. Así, por ejemplo, el estudio de la teoría de educadores como Hostos, Dewey, Vygotsky, Piaget, Freire, que incorporamos en este Documento, puede ayudarnos a descubrir la naturaleza del proceso de aprendizaje para hacer más efectiva nuestra enseñanza.
El Documento final constituyó la tercera versión de un conjunto de ideas que se discutieron por espacio de un año en todos los niveles del Sistema de Instrucción Pública. La primera versión fue el resultado de un proceso de seminario de discusión llevada a cabo por el personal de los diversos programas del Programa Regular bajo la dirección del Dr. Ángel R. Villarini, Esta primera versión fue sometida a crítica y evaluación del personal directivo del Departamento de Instrucción Pública y de algunos maestros y supervisores de materia. A la luz de sus recomendaciones, se preparó una segunda versión, de la cual se imprimieron 35,000 copias. Esta segunda versión fue sometida a discusión, evaluación y enmienda a través de seminarios de discusión llevados a cabo en regiones incorporaba las críticas y recomendaciones hechas por los maestros y el personal de supervisión de toda la Isla.
Era la primera vez en la historia del Sistema de Instrucción Pública del país en que todos los maestros tuvieron la oportunidad de participar directamente en la formulación de los principios filosóficos que habrán de orientar el currículo y la enseñanza. El Documento declaraba que: “Con la formulación de los principios de integración curricular, desarrollados en este Documento, el Departamento de Instrucción Pública, a nombre de los miles de maestros que lo integran, espera contribuir a dar una base y orientación filosófica al esfuerzo por llevar a cabo una reforma de la educación en Puerto Rico.” De este modo se planteaba que la verdadera reforma educativa no era la que se discutía en la Legislatura de Puerto Rico, sino la que teníamos que hacer los maestros y maestras desde nuestras escuelas y aulas sobre la base del consenso nacional que se había logrado y con el apoyo del Departamento de Instrucción. “No habrá reforma educativa sin maestros reformados y reformistas” fue en adelante el lema del proceso.
Dos años después de iniciarse la labor de asesoría en el Departamento de Instrucción, el Dr. Manuel Maldonado Rivera, ayudante especial del Presidente de la Universidad de Puerto Rico, Licenciado Fernando Agrait, invitó al Dr. Villarini a trabajar en el Centro para el Fortalecimiento de la Docencia que él había organizado. La posibilidad de combinar el esfuerzo de reforma que se había iniciado en el Departamento de Instrucción con un proceso paralelo en la UPR que lo apoyará parecía fundamental. Posteriormente se fundó el Proyecto para el Desarrollo de Destrezas de Pensamiento con el objetivo general proveer información y provocar reflexión y capacitación que permita a los docentes de a UPR orientar la enseñanza al desarrollo del pensamiento. A través de conferencias, seminarios, talleres y cursos, los participantes identificaban y analizaban las dificultades de aprovechamiento académico de los estudiantes y su relación con el desarrollo de destrezas de pensamiento en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Simultáneamente, se inició en la Universidad Interamericana de Puerto Rico un proceso innovador de revisión curricular de su programa de Educación General, que incluyo un proceso de formación de docentes.
Luego de algunas vacilaciones, el proceso de revisión curricular y reforma en el Departamento de Instrucción, se encaminó definitivamente al desarrollo del pensamiento reflexivo creativo y crítico. Se consideraba que el proceso de capacitación del magisterio sería la clave para el éxito de la reforma curricular, la cual comienza cuando el maestro(a) se ha puesto a pensar, es decir cuando se ha provocado un proceso de discusión que le sacude de la rutina del mero transmitir información. Era necesario provocar un proceso que permitiera los maestros se apropiaran de la tesis de Eugenio María de Hostos de que enseñar es educar la razón y la razón sólo podemos educarla si conocemos su estructura y desarrollo y tenemos la competencia para propiciar su desarrollo. Lo que el proceso de revisión curricular hacía, como muy bien lo expreso el presidente de la Federación de Maestros, el profesor Serapio Laureano, uno de los defensores del mismo frente a sus detractores izquierdosos, era “abrir una puerta que había estado cerrada históricamente al magisterio”, la de la participación en la formulación de política educativa y la consecuente autonomía curricular que daba a las escuelas y aulas;” a esa puerta había que meterle el pie para que no se cerrara”.
La OFDP como resultado del movimiento de pensamiento crítico y la herencia hostosiana
La forma en que se llevó a cabo el proceso de revisión curricular y reforma educativa, tanto a nivel escolar como universitario, permitió que se desarrollara en Puerto Rico, lo que entonces se dio en llamar a partir del Primer Encuentro Nacional de Educación y Pensamiento, “el movimiento de pensamiento crítico”. El Encuentro quedaba instituido como el espacio de reunión anual de los que lo integraban el mismo. Fue celebrado en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras en abril de 1989 con la participación de unos 300 educadores, tenía como objetivos: “Intercambiar ideas, reflexiones, investigaciones y prácticas que sobre la enseñanza orientada al desarrollo del pensamiento se llevan a cabo en Puerto Rico; elevar el nivel de la discusión en torno al desarrollo y la enseñanza del pensamiento y fortalecer y ampliar el movimiento de pensamiento crítico en diferentes regiones e instituciones – todo esto dentro del propósito amplio de apoyar los esfuerzos de reforma educativa que tienen lugar en nuestra Isla”. En este Primer Encuentro el “movimiento” quedó definido como una tendencia educativa que busca orientar la enseñanza al desarrollo del pensamiento. Para lo cual los integrantes se dado a la tarea de problematizar, experimentar y redefinir sus prácticas de enseñanza para transformarlas en agentes liberadores del potencial intelectual de los estudiantes, limitado hoy día por las «prácticas bancarias» que prevalecen en las instituciones de educación formal.
El “movimiento” como fenómeno social era algo homogéneo sino un bloque de diversos sectores progresistas en materia educativa -en el doble sentido que siempre esa palabra ha tenido en nuestro continente, el de incluir tanto a los liberales modernizadores, los demócratas radicales reformadores y los de tendencias revolucionarias transformadoras. El movimiento era expresión de educadores que compartían un proyecto educativo y que habían decidido trabajar, tanto dentro como fuera del sistema educativo, para cambiarlo.
La expresión “pensamiento crítico” era igualmente amplia. Para algunos, respondiendo a la tendencia que se imponía en los Estado Unidos, lo entendían como un enfoque hacia el desarrollo de destrezas de pensamiento, que junto al constructivismo, sería la base de la reforma educativa orientada a calificar más adecuadamente al ciudadano-elector y al trabajador para la economía de la información y del conocimiento. Para otros, el pensamiento crítico aludía sobre todo a la corriente de pedagogía de la liberación de Pablo Freire orientada a la transformación de la educación como apoyo a la trasformación social.
La idea de que la educación se oriente al desarrollo del pensamiento es tan antigua como la educación misma que se inicia con el diálogo y la mayéutica socrática. Resurge con la concepción liberal de la educación que formula Montaigne en el Renacimiento. Se reafirma en una corriente de pensadores como Comenio, Rousseau, Pestalozzi, Froebel, Herbart, Dewey, Piaget y muchos otros. Todos estos educadores entendieron que no se puede educar sin enseñar a pensar y que no se puede enseñar a pensar sin conocer cómo funciona y desarrolla, qué condiciones lo propician y cómo puede ser fomentada esa capacidad por medio de la enseñanza. Eugenio María de Hostos definió con perfecta claridad la naturaleza de este movimiento que llamamos de pensamiento crítico, al decir que: No puede haber más métodos para enseñar que aquellos que espontáneamente sigue la razón para pensar y en ese sentido, el fin formal (pedagógico) y el fin esencial (psicológico) son uno y el mismo, y se funda en las funciones de la mente. El único modo de conseguir que la enseñanza sea eficaz es el que consigue hacer pensar al educando, y que el método general que se debe seguir para poner en actividad los entendimientos es el que, por una parte, tiene constantemente en vista, como principio que ilumina, como medio que disciplina, como fin que atrae esta verdad que el objeto de la enseñanza no es tanto el proveer de conocimiento, cuanto en poner en actividad los órganos capaces de adquirir conocimiento.
Frente al movimiento de pensamiento crítico que se desarrollaba en Estado Unidos y su extensión a Latinoamérica desde el Ministerio de la Inteligencia de Venezuela, se planteó la necesidad de que el nuestro partiera de nuestra tradición, de la pedagogía latinoamericana de la liberación que va de Eugenio María de Hostos a Pablo Freire. El orientar la enseñanza al desarrollo del pensamiento implicaba que a través de las diversas materias académicas era necesario no sólo proveer información, sino desarrollar tareas y condiciones educativas que pusieran al estudiante a pensar, a procesar información y a producir conocimientos. En contraposición con los modelos de pensamiento crítico imperantes en los Estados Unidos y Venezuela, influenciados por la combinación de constructivismo piagetianos y psicología del procesamiento de información, que reducían el pensamiento a destrezas de pensamiento para la solución de problemas, hicimos con nuestro modelo tres importantes aportes.
Primero, insistir en al inseparabilidad entre conceptos, destrezas de pensamiento y actitudes intelectuales y, con ello, también en la necesidad de ligar el desarrollo intelectual al desarrollo moral. Ensenar a pensar requería atender tanto el desarrollo de las destrezas como el de los conceptos y las actitudes intelectuales u éticas.
Segundo, insistir en el carácter social o, mejor, histórico cultural del pensamiento. El pensamiento que educamos no es el de una mente individual o cerebro, sino de una persona concreta, una personalidad miembro de una comunidad histórica-cultural. Es precisamente por ello que la educación orientada al desarrollo del pensamiento tiene que ser pertinente y para ello debe partir de la realidad concreta del educando.
Tercero la distinción entre pensamiento reflexivo y pensamiento crítico. El desarrollo, eficacia y creatividad del pensamiento está en su capacidad para el continuo autoexamen, auto-crítica, autocontrol, que proporciona su capacidad crítica a partir de la metacognición o autoconciencia. Llamamos pensamiento crítico a la capacidad (es decir, conjunto de destrezas, conceptos y actitudes) del pensamiento para examinarse y evaluarse a sí mismo (el pensamiento propio o el de los otros), en términos cinco dimensiones: lógica, sustantiva, contextual, pragmática y dialógica.
La OFDP como respuesta a la necesidad de institucionalizar el movimiento de pensamiento crítico
El proceso de revisión curricular y reforma educativa marchaba bien, pero ¿hasta cuándo? Esta pregunta cobraba sobre todo sentido a la luz de las elecciones a celebrarse en 1992 y en las cuales se anticipaba habría de producirse un cambio en el partido gobernante, que se pensaba no respetaría los acuerdos que se habían pactado para hacer la reforma educativa; como en efecto ocurrió.
El grupo de educadores que junto al Dr. Villarini habían liderado el proceso de reforma pensaba que el alcance y continuidad del mismo dependía de la conjunción de cuatro factores:
1ro. La reflexión crítica, que produce justificaciones y metas para el cambio en los objetivos, el contenido y la metodología de enseñanza.
2do. La deliberación y el compromiso político, que hace probable el cambio al crear una fuerza social de cambio.
3ro. La planificación estratégica, por medio de la cual las necesidades educativas específicas son reconocidas y se conciben, en forma secuencial y sistemática, los pasos para implantar la reforma.
4to. La acción cultural, que crea el liderato y el movimiento que transforma la mentalidad y las actitudes de administradores y docentes, convirtiéndolos en actores reformados y reformistas, lo cual garantiza en última instancia que pueda haber reforma.
La idea de la acción cultural se inspiraba en Pablo Freire. Él advertía que “la acción cultural si la auspicia el régimen opresor puede ser estrategia de dominación y jamás llegará a ser revolución cultural”. A lo largo de los años de trabajo en el Departamento de Educación los líderes del proceso se hacían constantemente esta pregunta “¿En el resultado neto de nuestro accionar, estamos usando el sistema o el sistema nos está usando?”. Una característica peculiar del proceso de reforma educativa en Puerto Rico que se dio en estos años, fuente de alternativas positivas pero también de limitaciones, era el no tener un único actor o institución como sujeto que lo controlaba. Se podían reconocer al menos cuatro actores que interactuaban con las más diversas motivaciones de distintas maneras en el proceso, desde las formas deliberadamente armónicas hasta la coincidencia por suerte, la indiferencia y el conflicto. Los actores del proceso eran:
- El ejecutivo, que a través del Departamento de Instrucción Pública dirige el Sistema de Instrucción, su currículo, los procesos de capacitación docente y organización escolar.
- El legislativo, que a través de las comisiones de educación dirigía la Comisión de Reforma Educativa y tenía a su cargo la preparación del Proyecto de Reforma Educativa que debería ser aprobada a la mayor brevedad.
- Diversas instituciones de educación superior, que habían emprendido sus propios procesos de reforma y que además desarrollaban proyectos innovadores con el Departamento de Instrucción.
- La comunidad de educadores, profesores y maestros, muchas veces divididos en sus visiones educativas y organizaciones gremiales, de los cuales dependería, en última instancia, la implantación efectiva de lo concebido y legislado.
En los próximos años la reforma legislada debería implantarse, los principios de filosofía y política pública traducirse en nuevas formas de organización, relaciones y prácticas educativas. Al movimiento de pensamiento crítico le correspondía un rol muy importante ya que constituía la tendencia educativa mejor definida y de mayor influencia en el país. La acción cultural del movimiento de pensamiento crítico debía convertirlo en un agente de cambio mediante el desarrollo de un liderato reformado y reformista. Para desempeñar este rol, el movimiento de pensamiento crítico, la comunidad de educadores guiados por este principio hostosiano de orientar la enseñanza al pensamiento, debía fortalecerse tanto en su estructura organizativa como en su orientación filosófica e investigativa. Los logros del movimiento no podían hacernos perder de vista sus limitaciones, que debían ser examinadas para que pudieran ser superadas.
Por ello el Segundo Encuentro Nacional de Educación y Pensamiento (1990), fue convocado con la tarea expresa de darle una forma institucional al movimiento. El Comité Organizador del mismo identificó cuatro limitaciones que debían recibir atención prioritaria durante el próximo año:
- El fomento de la investigación orientada al desarrollo de pensamiento.
- El desarrollo de métodos y técnicas para evaluar el desarrollo del
- El ampliar la esfera de influencia del movimiento al sector educativo escolar privado.
- El desarrollar formas de organización y financiamiento que dieran autonomía al movimiento respecto a las instituciones gubernamentales que hasta ese momento lo patrocinaban.
Se constituye la Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento
A tenor con las recomendaciones del Segundo Encuentro, el 12 de junio de 1990 se reunió un grupo de unos treinta educadores, activistas del proceso de reforma en la Universidad de Puerto Rico, la Universidad Interamericana y el Departamento de Instrucción, para constituir la nueva agrupación. Luego de un proceso de diálogo acordaron organizarse como corporación sin fines pecuniarios bajo el nombre de Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento. El 3 de julio fue a incorporada ante el Departamento de Estado de Puerto Rico por Ángel R. Villarini Jusino, Zoraida Santiago y Adalexis Ríos. Los propósitos declarados de la nueva Organización eran:
- Contribuir a elevar la calidad del debate público fomentando una perspectiva crítica y creativa ante la problemática social de Puerto Rico.
- Fomentar la investigación y la innovación educativa en torno al desarrollo del pensamiento.
- Contribuir a la toma de conciencia de la importancia del desarrollo del pensamiento en la sociedad puertorriqueña.
- Estimular la inclusión del objetivo del desarrollo del pensamiento en el diseño de programas y materiales educativos.
Los constituyentes de la OFDP la concibieron como una organización en la que lo importante no era el número sino la calidad de personas comprometidas, con una sólida formación teórica, y practicantes de la enseñanza orientada al desarrollo del pensamiento que pudieran ejemplificar los principios que animaban a la organización y servir de recursos en los servicios que ofrecería. No se la concibió pues como asociación abierta al reclutamiento de membresía. Se la concebía más bien como un grupo de trabajo, de “intelectuales orgánicos” con la clase trabajadora docente, que sirviera como organismo de vanguardia educativa que combinara el rigor teórico e investigativo con el “aterrizaje” de las ideas, es decir, su traducción en sistemas, estrategias y métodos que los docentes pudieran apropiarse.
La OFDP estaría compuesta dirigida por un Consejo Corporativo, los cuales seleccionarían una Junta de Directores de siete (enmendado luego a nueve en 1994) a cargo de ejecutar la política trazada por el Consejo. El grupo inicial de la OFDP estaba compuesto por educadores que se habían destacado como líderes del movimiento de pensamiento crítico en la Universidad de Puerto Rico (Eduardo Aponte, Hilda Colón, Héctor Colón, Nilda Crespo, Jorge L. Cruz, Carmen Gutiérrez, Madeleine Hudders, Héctor Huykee, Josefina Iglesias, Carmen Lacomba, Martha López, Luz E. López, Víctor López Tosado, Wanda Maldonado, Evelyn Ortiz, Rosa Rodríguez, María Frau, Carlos Rojas, Adolfo Sánchez y José R. Villalón), el proceso de revisión curricular del Departamento de Educación (Emilio Pintado, María Teresa Torres, Hilda Caputis, Luz Nelly Barreto, Julia Reyes, Noemí Aguirre, Anita Bonilla, Nilda Domenech, Ángeles Juliá, Amarilis Ramos e Ida Rivera, ),y estudiantes del doctorado en educación en la Universidad Interamericana (Emilia Acevedo, Irma Brugueras, Iris Cordero, Sonia Flores, Carmen Gutiérrez, Juan Meléndez, Magda Orfila, Pedro Subirats y Milagros Varas) .
Lo de sin fines de lucro significaba que no habría compensación por puestos directivos o actividades de la organización, sólo por servicios prestados por medio de la OFDP. El dinero sobrante que resultara de la prestación de servicios se utilizaría para celebrar o apoyar actividades educativas y dar servicios gratuitos. Por otro lado, no éramos “mercenarios educativos o propuesteros, dispuestos a hacer cualquier trabajo que se nos solicitara. El servicio educativo se concentraría en la formación docentes y la revisión curricular y se ofrecería a partir de nuestras ideas, estrategias y del modelo de reforma comprensiva del núcleo escolar que comenzamos a desarrollar.
La formación de los educadores y desarrollo de la OFDP
La OFDP nació sobre todo para promover el desarrollo de educadores reformados y reformistas. Por ello el centro de su actividad fue siempre la formación de los docentes. Del trabajo en el Departamento de Educación y el Proyecto de Destrezas de Pensamiento se derivaban importantes lecciones para elaborar una concepción alternativa de la “capacitación” profesional que habría de orientar la actividad de la OFDP.
Las evaluaciones formales e informales llevados a cabo en el Departamento de Instrucción tendían a indicar que, aunque los maestros manifestaban satisfacción con las actividades de orientación y capacitación, lo «aprendido» muchas veces no se retiene y muy pocas veces se pone en práctica. Independientemente de otros factores que puedan explicar esta situación, el tipo de orientación y capacitación llevada a cabo había presente ha demostrado ser inefectiva como medio que resultara en la práctica de los principios de integración curricular. Esta situación planteó la necesidad de desarrollar un nuevo concepto y estrategia de capacitación que permitiera que las orientaciones y capacitaciones se convirtieran en experiencias educativas formativas que se tradujeran en cambios en las prácticas en el salón de clase.
Desde un principio entendíamos que la reformas no se hacen desde arriba sino desde abajo con el apoyo de arriba. Por eso nuestra estrategia de cambio en el Departamento consistió en reclutar 300 buenos maestros de las salas de clase y formarlos como líderes educativos para que trabajarán promoviendo el cambio directamente en las escuelas, los llamamos los “coordinadores de la revisión curricular”. Esta estrategia dio excelentes resultados en todos aquellos distritos escolares en que logramos que la selección del coordinador se hiciera basada en criterios de calidad y liderato académico y no por consideraciones político partidistas, y en los que el superintendente del distrito y la mayoría de los directores en el mismo eran lideres educativos, y no meros burócratas, que apoyaban la reforma independientemente de su afiliación partidista. En más de un 60% de los distritos se dieron esas condiciones y la reforma educativa fue exitosa en sus metas.
El proceso de revisión curricular en general y esta estrategia en particular, nos confirmó que la reforma se hace desde abajo, en forma democrática; como proceso estratégico participativo de, simultáneamente, formación del docente y cambio curricular y de la convivencia escolar intra y extra escolar, a través de un proceso deliberativo, dialógico, crítico, creativo. Pero además nos enseñó que la reforma tenía que ser comprensiva, es decir, tratar le escuela como sistema complejo integrado a la comunidad, que requería se trabajaran con todos sus componentes al interior y el exterior de ella. La reforma será comprensiva e integral o no será, decíamos.
Aunque había mucho interés en nuestros servicios, no estábamos pues para ofrecer talleres sino para asesorar y apoyar comunidades educativas que quisieran comprometerse con proyectos de cambio de reforma de la escuela de varios años, que estimábamos como mínimo en cinco. La nueva administración del Departamento, ahora de Educación, no se interesó en nuestra propuesta, pero si comenzaron a hacerlo escuelas del sector privado y algunas del público en Ponce Y Toa Baja. En los próximos años habríamos de desarrollar ambiciosos y exitosos proyectos, primero en American Military Academy y luego en la Arquidiócesis de Escuelas Católicas de San Juan. De igual modo comenzamos a desarrollar importantes proyectos de servicio en el nivel postsecundario.
Una de nuestras principales preocupaciones al inicio fue como armonizar el relativo pequeño grupo de trabajo, mayormente profesores universitarios, que éramos con el “movimiento de pensamiento crítico” que comprendía cientos de educadores. Para ello, además de apoyar la celebración del Encuentro Nacional y de encuentros regionales, celebramos “Reencuentros de de Educación y Pensamiento” en toda la isla que no mantuvieron en contacto con los docentes de base del Departamento de Educación. Para ello también se amplió el concepto de miembro de la OFDP haciendo una distinción entre miembros activos y miembros colaboradores. Como parte de este proceso se creó la Editorial Biblioteca del Pensamiento Crítico dedicada a la producción de textos y la publicación de Crecemos. Revista Hispanoamericana de Educación y Pensamiento para apoyar la formación de los docentes.
Gracias al Encuentro de Educación y Pensamiento, la OFDP comenzó a internacionalizarse a partir del 1996, con la creación de una sede en la República Dominicana. A la que siguieron sedes en México, Cuba y Colombia y muy posteriormente en Haití. Ese desarrollo vino acompañado del diseño e implantación mediante convenios con universidades en diversos países de programas universitarios de formación de docentes en términos de diplomados y maestrías.
La fortaleza de la OFDP y su impacto en la comunidad educativa se ha debido a su relación orgánica con el proceso de reforma educativa y el movimiento de pensamiento crítico surgido de ella. En ese contexto se ha sabido aprovechar, sin claudicar los principios, los espacios que las instituciones oficiales del Estado y el sector privado ofrecen para adelantar sus metas y desarrollar sus estrategias. Se ha sabido actuar con prudencia y coherencia aprovechando oportunidades sin caer en oportunismos. Con ello se ha conseguido, simultáneamente, legitimidad dentro del sistema establecido y posibilidades para criticarlo y cambiarlo creativamente.
El impacto de la OFDP se ha debido en gran medida al prestigio logrado por su liderato basado en la sólida fundamentación teórica y experimental de sus ideas y propuestas basadas en nuestras raíces y tradiciones educativas. Se trata de ideas y estrategias maduradas por la experiencia de trabajo y desarrolladas colectivamente mediante el dialogo público que actividades como el Encuentro de Educación y Pensamiento y la revista Crecemos. La capacidad para integrar teoría y práctica, de proporcionar estrategias, métodos, materiales que los educadores pueden apropiarse y poner en ejecución en sus aulas, facilita la adopción de sus ideas por miles de educadores.
El éxito de la OFDP en sus casi treinta años de historia se ha debido, sobre todo, a la claridad de ideas y del compromiso con las mismas del grupo de educadores, que lo llevo a donar cientos de horas a la construcción de esta alternativa de vanguardia educativa, sin otro interés que servir a sus pueblos.